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Limpiar la piscina de un famoso / 08.11.23 .Nunca nadie piensa que un día acabará limpiando la piscina de un famoso de la televisión, pero yo lo hice hace diez años, estando aún casado, cuando esa vieja celebridad nos invitó a su casa de las afueras de Sevilla un verano. Aunque más que piscina era una alberca de agua verdosa plagada de libélulas y bichos que acababan flotando muertos en la superficie. Algunas mañanas era yo el primero en despertarme. Salía al jardín y leía un rato mientras la que todavía era mi mujer dormía. La antigua celebridad televisiva se levantaba tarde y se quedaba en su cuarto leyendo. En su mesilla de noche vi que tenía mi segundo libro de poesía con un posavasos haciendo de marca páginas. Decir que en Sevilla hace calor en verano sería una apuesta ganadora en cualquier festival de obviedades. Claro que lo hacía. Desde el amanecer sentías en la garganta un cargamento de plomo que se iba desperdigando cuerpo abajo hasta llegar a los pies. Cuando me cansaba de leer cogía la red y retiraba cadáveres de insectos que habían ido allí a morir a la desesperada después de combatir con las manos ardientes de la noche. Las alas de las libélulas mantenían intactas sus iridiscencias que el sol multiplicaba lentamente ante mis ojos. Todo parecía acorralado por el silencio como en un poema de Cernuda. A veces pienso qué habrá sido de él. Dónde andará y si conservará aquella casa o si sus múltiples divorcios le habrán obligado a venderla. Las estrellas de carne y hueso mueren como las que están en el cielo, supongo, y un día se dejan caer también al fondo de una piscina sucia preguntándose qué fue todo ese ruido que escucharon mientras vivían.